La receta de este mes pertenece a la
serie “cocina de abuelas para niet@s aplicad@s” y como tal requiere cierta
paciencia para pelar y despepitar las uvas, dotes artísticas para salsear con
esmero y algo de técnica bondage para embridar las perdices sin que parezca que
las hemos sometido a tortura china. Con seguridad que atesoráis estas
cualidades sin par y muchas otras que no vienen al caso, a sí que daremos por
hecho que no tenemos la necesidad de colgar tutoriales para rematar cada paso
de la receta.
Como la gran mayoría de los guisos con
aves de caza, los orígenes de las perdices con uvas son remotos pero ya tenemos
referencias de su cocinado en el siglo de Oro pudiendo bien tratarse de una
receta mozárabe popular en Castilla y la Mancha.
Cocina de abuelas como
habíamos anunciado. Como todas las aves de caza, el mayor nivel de sabrosura se
alcanza cuando verdaderamente son aves silvestres que han sido cazadas “como
dios manda” y han pasado un breve período de empochecimiento. Si esto fuera
posible, tendríamos la receta redonda tal y como se la zampaba el condeduque de
Olivares, pero en nuestros días podemos comprar unas perdicitas de corral en
cualquier mercado bueno sin que esto suponga un gran menoscabo para el resultado
esperado: chuparnos los dedos y mojar un kilo de pan. Bueno, vamos allá.
Pongámonos los delantales y manos a la obra.
(*)
La receta que reseñamos está tomada y adaptada de Mª Jesús Gil de Antuñano “El
Libro de las técnicas de cocina” de la Editorial Aguilar/ ElPais (1997)
Ingredientes (para 4
personas)
-
2
perdices
-
3
cebollas
-
½
kilo de uvas (al gusto: Aledo más acidas, Moscatel más dulces, etc.)
-
AOVE
(8 cucharadas)
-
Vino
blanco (150-200 cl)
-
Nata
líquida (8 cucharadas)
-
Sal
-
Pimienta
-
Zumo
de limón
Manera de hacerse
- Pelamos
las uvas y las despepitamos. Para que no se oxiden y cojan color oscuro, las
reservamos a remojo con agua y zumo de limón.
-
Limpiamos
las perdices al gusto, las chamuscamos para eliminar los cañones que hayan
podido quedar adheridos a la piel, las lavamos y las secamos con mimo. Las
salpimentamos por dentro y por fuera y las embridamos para que queden chulas y
remondonas.
-
Calentamos
el aceite en una cazuela y doramos las perdices. Pelamos y cortamos las
cebollas en juliana no demasiado fina y las metemos en la cazuela con la mitad
de las uvas. Rehogamos hasta que este doradita la cebolla y añadimos el vino
blanco.
-
Dejamos
cocer hasta que nos guste el punto de las perdices (jugositas y no secas). Las
sacamos de la cazuela, las desembridamos y las cortamos por la mitad. Las
reservamos aparte de la salsa.
-
Reducimos
la salsa a fuego vivo y la pasamos por la trituradora y por el chino para que
quede finita y uniforme.
-
En
la salsita cocemos el resto de las uvas y le añadimos la nata líquida al gusto (no
la empalaguéis demasiado, queremos una salsa sabrosa y ligeramente untuosa, no
un engrudo para pegar carteles).
-
Devolvemos
las perdices a la cazuela con la salsa y las uvas y le damos un hervorcito
final para que recuperen temperatura.
-
Emplatamos
según dios nos dé a entender. Tradicional (al montón) o pijotero (distribuido y
minimal).
BON
APETIT.
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