Se consigna como fecha oficial de publicación de este
poema de Edgar Alan Poe el mes
de mayo de 1849 aunque las versiones tradicionalmente aceptadas como
referencias editoriales pueden considerarse póstumas al ser posteriores a
octubre de 1849, fecha en que muere el poeta.
Annabel Lee hace referencia al tema romántico por excelencia del amor más
allá de la muerte. Un tema heredero del descenso de Orfeo a los infiernos para
rescatar a Eurídice que nos narra Ovidio en las Metamorfosis o del periplo de
Dante por los cielos de la mano de su amada Beatriz o de aquel “polvo enamorado”
de Quevedo, pero que en el alma atormentada de Poe es a un tiempo amor
desmesurado y escandaloso por pederástico, incestuoso y necrofílico. Un amor
arrebatado que incendia y rompe el corazón. Allan Poe amó con esta locura a su
primita Virginia Eliza Clemm a la
que desposó secretamente cuando esta contaba con apenas trece años en 1835 y a la que respetó carnalmente hasta el
fin de sus escasos días enferma de tuberculosis en 1847, dos años antes de la
muerte de Poe. Pese a todos los esfuerzos baldíos por abandonar sus vicios
(alcohol y láudano) y regularizar su vida con un nuevo matrimonio con un
antiguo amor de juventud, Poe fue hallado
en las calles de Baltimore en estado de delirio, «muy angustiado, y [...]
necesitado de ayuda inmediata». Fue trasladado por su viejo amigo James E.
Snodgrass al Washington College Hospital, donde murió el domingo, 7 de octubre,
a las 5:00 de la madrugada.
No nos queda
sino morir juntos. Ahora ya de nada sirve razonar conmigo; no puedo más, tengo
que morir. Desde que publiqué Eureka,
no tengo deseos de seguir con vida. No puedo terminar nada más. Por tu amor era
dulce la vida, pero hemos de morir juntos. [...] Desde que me encuentro aquí he
estado una vez en prisión por embriaguez, pero aquella vez no estaba borracho. Fue
por Virginia.
Carta a Maria Clemm, 7/7/1849.
Fue hace
muchos, muchos años atrás
en un reino junto al mar
que vivió una doncella a quien ustedes quizá conozcan
por el nombre de Annabel Lee
que vivió una doncella a quien ustedes quizá conozcan
por el nombre de Annabel Lee
Esta
señorita vivía sin ningún otro pensamiento
mas que amar y ser amada por mi
Era una niña y yo un niño
en este reino junto al mar
mas que amar y ser amada por mi
Era una niña y yo un niño
en este reino junto al mar
Mas,
amábamos con un amor que era más
que cualquier amor
Yo y mi Annabel Lee
Con un amor que los serafines alados del cielo
codiciaban, de ella y de mi
que cualquier amor
Yo y mi Annabel Lee
Con un amor que los serafines alados del cielo
codiciaban, de ella y de mi
Y esta
fue la razón por la que hace tiempo
en este reino junto al mar
un golpe de viento del cielo, en la noche
dejó helada a mi Annabel Lee
de tal modo que sus parientes de alta cuna
vinieron y la rescataron, llevándosela lejos de mi
para hacerla callar, en un sepulcro
dentro de este reino junto al mar.
en este reino junto al mar
un golpe de viento del cielo, en la noche
dejó helada a mi Annabel Lee
de tal modo que sus parientes de alta cuna
vinieron y la rescataron, llevándosela lejos de mi
para hacerla callar, en un sepulcro
dentro de este reino junto al mar.
Los
ángeles, ni la mitad de felices en el cielo
se volvieron envidiosos de ella y de mi
¡Si! esta fue la razón (como todos los hombres saben
en este reino junto al mar)
por la que un viento caído del cielo
heló y mató a mi Annabel Lee
se volvieron envidiosos de ella y de mi
¡Si! esta fue la razón (como todos los hombres saben
en este reino junto al mar)
por la que un viento caído del cielo
heló y mató a mi Annabel Lee
Pero
nuestro amor era mucho más fuerte
que el amor de esos quienes fueron más viejos que nosotros
de mucha más sabiduría que nosotros
y ni los ángeles allá arriba, en el cielo
ni los demonios bajo el mar
podrán nunca separar mi alma
del alma de la hermosa Annabel Lee
Pues la luna jamás brilla sin traerme sueños
de la preciosa Annabel Lee
Y las estrellas nunca volverán, pero veo el brillo de ojos
de la bella Annabel Lee
que el amor de esos quienes fueron más viejos que nosotros
de mucha más sabiduría que nosotros
y ni los ángeles allá arriba, en el cielo
ni los demonios bajo el mar
podrán nunca separar mi alma
del alma de la hermosa Annabel Lee
Pues la luna jamás brilla sin traerme sueños
de la preciosa Annabel Lee
Y las estrellas nunca volverán, pero veo el brillo de ojos
de la bella Annabel Lee
Y así,
durante la marea en la noche
me acuesto al lado de mi querida, mi adorada
mi vida y mi esposa
en el sepulcro, allí junto al mar
en su tumba, al lado del resonante mar.
me acuesto al lado de mi querida, mi adorada
mi vida y mi esposa
en el sepulcro, allí junto al mar
en su tumba, al lado del resonante mar.
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