domingo, 29 de julio de 2018

SARDE A BECCAFICO DE ADELINA

     
       Cuando leo una novela de Camilleri, siempre hay un momento en el que el tiempo se detiene y la trama, el misterio, la pesquisa, se quedan como flotando en el limbo de los detectives. Es ese supremo momento en el que Salvo Montalbano hace un alto en el camino y se planta en la trattoria  de Enzo para devorar una pasta alla Norma o unos antipasti di mare en Da Cologero. Pero donde la gula se transforma en arte y los aromas, las texturas, los colores de los ingredientes consiguen el raro milagro de que salivemos imaginando la cocina casera siciliana, es cuando en las profundidades del horno o en las soledades del frigorífico reposa alguna delicia insospechada preparada con mimo maternal por Adelina, su fiel camariera. Y aunque mataría por empujarme unos arancini y caer en el mismo éxtasis gastronómico al que sucumbe el comisario Montalbano, hay una de las recetas maravillosas con que Adelina nos fascina a lo largo de la serie que me ronda y me persigue haciendo que las tripas me gruñan como un animalito herido y la boca se me llene de agüilla hasta el atragantamiento fatal: le sarde a beccafico.



Aquí consigno para satisfacción general esta sublime receta del gran clásico siciliano. Aúna la alquimia de la elaboración trabajosa y precisa con la sabiduría ancestral de las abuelas que pasan su vida mirando al mar. Es al mismo tiempo sencilla, humilde y natural pero compleja de sabores y aromas ribereños de tres mares llenos de historia. Eccola qui


Ingredientes para 4-6 personas (aproximadamente)

1 Kg de sardinas grandecitas
Aceite de oliva
4 anchoas fileteadas
25 g. de pasas de corinto sin pipas
50 g.de piñones
Perejil picado,
1 cebolla picada,
Laurel (según el número de sardinas)
Una pizca de azúcar
1 cucharadita de miel
½ vaso de zumo de naranja
Corteza de limón rallada
Pan rallado.
Sal y pimienta


Cómo se hace

1. Limpiamos las sardinas, las desescamamos, les quitamos la cabeza, las tripas y la espina central. Les dejamos la cola. Las lavamos, secamos  y las abrimos en filet.


2. Para preparar el relleno se colocan las pasitas en agua tibia (o brandy) unos minutos antes de usarlas y las reservamos. Rallamos el pan duro y lo freímos con una cucharada de aceite de oliva hasta que quede doradito (tened cuidado de que no se queme). Haced dos partes de pan rallado, una para el relleno y otra para espolvorear las sardinas al final de la elaboración.

Después mezclamos todos los ingredientes. El pan fritito, las pasas, los piñones, el perejil picado, las anchoas picadas, el azúcar, la sal y la pimienta. También reservamos un poco del relleno para el final.


3. Aceitamos la bandeja del horno y vamos rellenando las sardinas con la mezcla. Después las vamos enrollando comenzando desde la cabeza y dejamos la cola hacia arriba. Luego las vamos colocando en la bandeja bien pegaditas unas a otras para que no se abran y colocamos media hoja de laurel entre cada una de ellas (hay quien las afianza con un palillo).



4. Antes de meter la bandeja en el horno, las espolvoreamos  con un poco del relleno, la ralladura de pan fritito mezclado con la ralladura de corteza de limón y les echamos por encima el jugo de la naranja y por último la cucharadita de miel.
Metemos la bandeja  en el horno  durante unos 20-30 minutos a 180-200 grados centígrados según el tamaño de las sardinas. Os aconsejo que les vayáis echando un ojo cuando lleven 15 minutos. Las sacáis, las dejáis reposar unos minutillos y podéis transportaros a otra dimensión.



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