viernes, 8 de diciembre de 2017

D de DEPILACIÓN



Enrique López Gósalbez

No nos engañemos, en el Principio era el Pelo. Solo tenemos que ver una de esas películas americanas sobre Neandertales y Cromañones para comprender que  si algo diferenciaba sustancialmente a ambas especies era el pelo. Los Neandertales, aparte de ser unos sujetos malencarados y primitivos, eran bastante más peludos que los Cromañones. Acordémonos de Raquel Welch en “Hace un millón de años”. Así que tendréis que convenir conmigo en que la  progresiva pérdida del vello corporal representa un innegable factor de evolución que ha ido definiendo al homo sapiens como la  especie dominante sobre el planeta. Cuanto menos pelo, mayor complejidad antropológica. Cuanta mayor obsesión por mostrar el cuerpo terso y depilado, mayor sofisticación y desarrollo cultural.

Desde la noche de los tiempos, varones y mujeres han practicado por muy diferentes motivos el suplicio depilatorio. Por higiene, ya que es una eficaz manera de combatir todo tipo de parásitos corporales, por razones religiosas y mágicas como acto de purificación y ofrenda a los dioses, o simplemente por coquetería o atractivo erótico, ayudando a liberar al cuerpo de sus formas arcanas, del secreto de sus pliegues, hendiduras y protuberancias. Para ello, la sabiduría humana se ha valido de todo tipo de instrumentos, mejunjes y procedimientos para eliminar los últimos vestigios del mono desnudo que somos. Entre los egipcios, la depilación poseía un alto valor espiritual siendo obligatoria para sacerdotes y sacerdotisas en la celebración de sus rituales. Los griegos y romanos consideraban el cuerpo rasurado como modelo de belleza, juventud e inocencia. Esta costumbre se encuentra extendida igualmente por toda Asia, parte de África y en la América precolombina, y ha persistido a lo largo de toda la historia de la humanidad. Entonces, ¿qué perdido significado se oculta tras el misterioso refrán castellano que afirma aquello de que donde hay pelo hay alegría? ¿Es esa la razón por la que algunas actrices y modelos de hoy en día o las damas de la CUP, lucen matojo como las jipis y las progres de los setenta? Necesito que me lo expliquen, plis. Mientras tanto, lean a Camille Paglia.



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