Corría 1969 y desde su tumba
ficticia Paul Mccartney se arrastraba entre la depresión y el alcohol. El sueño
se había acabado. “Diferencias
personales, diferencias de negocios, diferencias musicales, pero sobre todo
porque paso mejores momentos con mi familia. ¿Temporal o permanente? Realmente
no lo sé». Ese fue el epitafio que Paul incluyó como autoentrevista en la
carpeta de su primer disco en solitario. Otro motivo más para agrandar la
herida, porque se empeñó en publicar “McCartney”
un mes antes (17-4-1970) de que Apple pusiera a la venta “Let it Be” (8-5-1970). La bronca fue sonada, y menos felicitaciones,
hubo de todo. Ringo y él se amenazaron de muerte, John le ninguneó y dijo
aquello de que Paul era “muzak for my ears”. El único que templó gaitas, o más
bien sitares, fue George que reconoció el genio de su compañero en
composiciones como Every Night o la
que nos trae hoy aquí: Maybe I´m Amazed. La crítica fue
contundente y lo vapuleó sin piedad acusándole de banalidad y descuido, aunque
la verdadera razón fue que TODO el mundo le atribuyó el fin de los Beatles y debía
pagar por ello. Pero con los años, la opinión sobre “McCartney” ha ido cambiando y hoy en día recibe comentarios
bastante benévolos y mucho más ajustados. Realmente es un disco sencillo y sin
ningún adorno.
Recoge
canciones descartadas del proyecto GetBack, temas que escribió en su retiro en Campbeltown (cuando se dijo que
había muerto) y otros que elaboró e incluso improvisó sobre la marcha mientras
grababa él solito todos los instrumentos en un magnetófono de cuatro pistas.
Posteriormente las pasó a ocho pistas en un estudio independiente donde terminó
de perfilarlo y acabó de rematar la faena en los estudios Abbey Road trabajando
bajo seudónimo. Inexplicablemente para la crítica especializada y sus
excompañeros, vendió más de un millón de ejemplares en todo el mundo y fue
número uno en el Billboard en USA, o número dos en el UK Album Charts en Reino
Unido. Parte de ese éxito se debe sin duda a la simplicidad campestre que
rezuma, ya que suena como sonaría un tipo relajado al amor de la lumbre
haciendo música para pasar un buen rato con la familia y los amigos («posee una
calidad casera entrañablemente harapienta»). Y otra parte del éxito se debe a
que estamos hablando de Paul McCartney, que podrá gustar más o menos pero al
que nadie puede negar su genialidad como compositor y el carisma de su música
que se te acaba metiendo dentro para emocionarte aunque no quieras. Pero
dejémonos de historias y escuchemos Maybe
I´m Amazed en el Wings American Tour
en 1976.
No hay comentarios:
Publicar un comentario