miércoles, 19 de septiembre de 2018

K de KAMASUTRA

Enrique López Gosálbez (Sexólogo)

Desde la antigüedad más remota, el ser humano ha gustado de la ilimitada variedad de los usos eróticos. ¿Qué podíamos esperar de un animal curioso y explorador?. Y es que en todos los terrenos de la actividad humana, incluso sobre los más estimulantes, planea el inexorable fantasma del fatal aburrimiento.

Con qué gran facilidad nos sentimos saciados por lo habitual y cotidiano. El aburrimiento es la antesala de la infelicidad, y cuando al primate que llevamos dentro le invade el tedio, somos capaces de pintar la capilla sixtina o descubrir el principio de los vasos comunicantes, pero también  podemos invadir Polonia o desarrollar la manera más eficaz de matarnos los unos a los otros. Así que lo miremos por donde lo miremos siempre resultará mucho más reconfortante física y espiritualmente el uso de nuestro ingenio para idear la manera de conseguir inverosímiles alardes gimnásticos y amenos divertimentos antes, durante, después o en lugar de la cópula.

 De esta manera no existe cultura antigua o moderna que se precie, que no posea un manual de usos sexuales creativos, un catálogo ilustrado de las más variopintas recetas amatorias. Los hindúes poseen el famoso Kama Sutra atribuido al sabio Vatsyayana, o el Ananga Ranga  de Kaliana Maya. Los árabes disfrutan de sus “Fuentes del Placer” de Haroun Al-Makhzoumí y nosotros del “I Modi”, o del Taccuinum Sanitatis (el Taccuino) de Tommaso da Modena y muchos otros. Todos ellos dentro de la tradición de las Ars Eróticas o  Artes del sexo y el placer. El amor carnal como arte poético, casi mágico, el placer como proceso de iniciación. Lástima que hoy en día  el utilitarismo científico haya transformado estas Artes Eróticas en aséptica Ciencia Sexual (*), ámbito de expertos sanitarios y teóricos del coito higiénico y eficaz.

(*) Ver en  Michel Foucault. “Historia de la Sexualidad 1. La voluntad de saber. Ed. Siglo XXI de España.  Madrid 1984 (10ª ed.)



PERDICES CON UVAS (*)



La receta de este mes pertenece a la serie “cocina de abuelas para niet@s aplicad@s” y como tal requiere cierta paciencia para pelar y despepitar las uvas, dotes artísticas para salsear con esmero y algo de técnica bondage para embridar las perdices sin que parezca que las hemos sometido a tortura china. Con seguridad que atesoráis estas cualidades sin par y muchas otras que no vienen al caso, así que daremos por hecho que no tenemos la necesidad de colgar tutoriales para rematar cada paso de la receta.

Como la gran mayoría de los guisos con aves de caza, los orígenes de las perdices con uvas son remotos pero ya tenemos referencias de su cocinado en el siglo de Oro pudiendo bien tratarse de una receta mozárabe popular en Castilla y la Mancha. 


Cocina de abuelas como habíamos anunciado. Como todas las aves de caza, el mayor nivel de sabrosura se alcanza cuando verdaderamente son aves silvestres que han sido cazadas “como dios manda” y han pasado un breve período de empochecimiento. Si esto fuera posible, tendríamos la receta redonda tal y como se la zampaba el condeduque de Olivares, pero en nuestros días podemos comprar unas perdicitas de corral en cualquier mercado bueno sin que esto suponga un gran menoscabo para el resultado esperado: chuparnos los dedos y mojar un kilo de pan. Bueno, vamos allá. Pongámonos los delantales y manos a la obra.

(*) La receta que reseñamos está tomada y adaptada de Mª Jesús Gil de Antuñano “El Libro de las técnicas de cocina” de la Editorial Aguilar/ ElPais  (1997)


Ingredientes (para 4 personas)

-          2 perdices
-          3 cebollas
-          ½ kilo de uvas (al gusto: Aledo más acidas, Moscatel más dulces, etc.)
-          AOVE (8 cucharadas)
-          Vino blanco (150-200 cl)
-          Nata líquida (8 cucharadas)
-          Sal
-          Pimienta
-          Zumo de limón

Manera de hacerse

-          Pelamos las uvas y las despepitamos. Para que no se oxiden y cojan color oscuro, las reservamos a remojo con agua y zumo de limón.

-          Limpiamos las perdices al gusto, las chamuscamos para eliminar los cañones que hayan podido quedar adheridos a la piel, las lavamos y las secamos con mimo. Las salpimentamos por dentro y por fuera y las embridamos para que queden chulas y remondonas.

-          Calentamos el aceite en una cazuela y doramos las perdices. Pelamos y cortamos las cebollas en juliana no demasiado fina y las metemos en la cazuela con la mitad de las uvas. Rehogamos hasta que este doradita la cebolla y añadimos el vino blanco.

-          Dejamos cocer hasta que nos guste el punto de las perdices (jugositas y no secas). Las sacamos de la cazuela, las desembridamos y las cortamos por la mitad. Las reservamos  aparte de la salsa.

-          Reducimos la salsa a fuego vivo y la pasamos por la trituradora y por el chino para que quede finita y uniforme.

-          En la salsita cocemos el resto de las uvas y le añadimos la nata líquida al gusto (no la empalaguéis demasiado, queremos una salsa sabrosa y ligeramente untuosa, no un engrudo para pegar carteles).

-          Devolvemos las perdices a la cazuela con la salsa y las uvas y le damos un hervorcito final para que recuperen temperatura.

-          Emplatamos según dios nos dé a entender. Tradicional (al montón) o pijotero (distribuido y minimal).

BON APETIT.





MELODY GARDOT: EL PODER CURATIVO DE LA MÚSICA



Cuenta la leyenda que con 19 años Melody Gardot fue atropellada brutalmente por un coche cuando iba en bici. El accidente resultó terriblemente traumático y desencadenó una angustiosa incertidumbre sobre su recuperación y el temor ante posibles secuelas neurológicas, la invalidez e incluso la muerte. Sin embargo, un milagro inesperado  consiguió que la debilidad de Melody y lo crítico de su situación dieran paso a la esperanza: el milagro de la música. El rhythm´n´blues siempre tuvo esa virtud curativa. Dicen los neurólogos que la música posee cualidades no verbales, creativas, estructurales y emocionales que facilitan el contacto, la interacción, la conciencia de sí, el aprendizaje, la expresión, el desarrollo. Todos estos son elementos sustanciales para garantizar la recuperación de una paciente con traumatismo craneoencefálico como Melody. Y Melody acabó curándose. Desde entonces (2004), nos ha venido deleitando con su música dulce y armoniosa, áspera y triste, jazz, bossa, blues, rock, music hall, chanson.  Aunque su primer álbum oficial fue Worrisome Heart (2008), os recomiendo escuchar el disco conocido como “Some Lessons. Bedroom Sessions (2005)” porque destila autenticidad y dolor. Os invito a leer la letra del tema que da nombre a este disco intimista y veraz.





Luego vendrían “My One and Only Thrill (2009)”, “The Absence (2012)”, “Currency of Man (2015)” y “Live in Europe (2017)”. Con su voz llena de matices, de calidez arenosa, de vida plena, Melody Gardot imparte una lección imperecedera: si con la música fui capaz de recuperar mi espíritu y mi cuerpo, qué no conseguiré transmitir a todos aquellos que me escuchen con todos sus sentidos abiertos. Hay canciones que nos recuerdan un amor que no está y nos producen nostalgia. Otras nos transportan a un estado de plenitud máxima y alegría. Algunas nos invitan a bailar y a movernos a su ritmo, y luego están aquellas que nos sanan o  nos reconcilian con la vida. Todas ellas están encerradas en la voz y en el alma de Melody Gardot.


Worrisome Heart (2008)


Baby I´m a Fool (2009)



BAEZA & RUFETE



        
           Vaya por delante en este artículo que no soy dada a la crítica gastronómica, fundamentalmente por una cuestión de gustos: lo que a mí me transporta al séptimo cielo de los sabores a vosotros puede pareceros la guarrería más grande del mundo, y viceversa. También me horroriza lo de sacarle fotitos a las cosas que como (tampoco  se las saco a lo que… en fin, ya me entendéis). La comida es arte efímero y como tal debe ser etérea, esfumarse, pasar del plato a la boca dejando su impresión sublime e indeleble sólo en las papilas gustativas, no en la retina, que puede ser cosa engañosa. Así que no suelo expresar públicamente mi opinión sobre lo que me gusta o me disgusta en materia de restaurantes (además, que un mal día lo tiene cualquiera, hasta Ferrán Adriá, seguro).

             Pero hoy voy a hacer una excepción y a recomendaros uno que adoro por motivos más allá de los estrictamente culinarios. Se trata del “Baeza&Rufete” y está en la playa de San Juan. Es de lo mejorcito que puede encontrarse en Alicante y desde luego se merecería una estrella Michelín por la originalidad, la textura y el sabor de sus platos, y por el buen hacer de su personal capitaneado por el chef Joaquín Baeza Rufete que siempre recibe a sus clientes como si de amigos íntimos se tratara haciéndoles sentir tan a gusto como en el salón de sus propias casas. Si no tiene ya la dichosa estrellita debe de ser porque sus instalaciones se limitan a un recinto muy pequeño y a una terraza no demasiado grande cubierta por una simple carpa. Tal y como reconocen los propios inspectores de la Guía Michelín en sus reseñas de 2016 es “algo sencillo en sus instalaciones, pues básicamente es una terraza cerrada, pero con un nivel gastronómico sensacional. Cocina alicantina actualizada en técnica y producto”. De hecho, Joaquín fue elegido Mejor Cocinero del Año, 2014, en el Salón Alimentaria de Barcelona.



              Creo que he mencionado que mi simpatía por este lugar nace de razones que trascienden las puramente alimenticias. Me explicaré. Mi marido Enrique, que es una persona maravillosa es al mismo tiempo un ser repleto de achaques y problemas físicos de toda la vida, no necesariamente mortales pero sí muy preocupantes y dolorosos. Por esta razón, ha pasado en innumerables ocasiones por el quirófano y sufrido intervenciones de gravedad variable. La primera vez que fue intervenido, ya hace muchos años, tuvimos la ocurrencia, el mismo día en que debía ingresar en el hospital, de homenajearnos con una comilona en el mejor restaurante que pudimos permitirnos. En esta ocasión elegimos el “Valencia 11”. Ninguno de los dos se lo dijo al otro, pero lo hicimos por si acaso era la última. Y mantuvimos esta costumbre en el tiempo. Justamente hace ahora dos años, concretamente en junio de 2016, el restaurante escogido fue el “Baeza&Rufete”, que ya conocíamos de sobra pero al que quisimos volver para “celebrar” el dudoso evento de su enésima intervención de espalda. Naturalmente no nos defraudó ni entonces ni en ninguna de las incontables veces en las que hemos estado. A este magnífico ágape de “despedida” le siguió la operación y un mes infernal de complicaciones hospitalarias sin cuento hasta que por fin salimos del trance. Y para olvidar la pesadilla, volvimos a las exquisiteces de Joaquín, mi pobre marido con muletas y yo con la moral un tanto maltrecha. Pero al fin y al cabo, pudimos volver. De ahí mi cariño por este establecimiento al que sin duda considero uno de los mejores restaurantes de Alicante y alrededores.

               Podía contaros que su bodega es más que correcta, o que su huevo negro, su vejiga de atún con cocochas o su mújol ahumado con caldo de sus espinas, están para morirse de ricos. Pero eso ya os lo narrará a fondo un crítico gastronómico como dios manda, o el TripAdvisor, no yo.











SAFO DE MITILENE




Poco o casi nada sabemos de la poeta Safo de Mitilene (Lesbos, 610 adc. aprox.). Admirada por sus contemporáneos, cantó al amor, la belleza y la sensualidad con voz nueva y fue considerada no solo una de los más grandes poetas líricos de la antigüedad sino la décima musa por el mismísimo Platón. Su vida está velada por un manto de misterio y los escasos datos que tenemos sobre ella provienen de la interpretación de los fragmentos de sus obras que han llegado hasta nosotros y de los comentarios de otros poetas y filósofos. Sabemos que fundó en su Lesbos natal  la “Casa de las Musas”, una especie de Academia en la que las muchachas vírgenes se iniciaban en las artes, la pintura, la poesía, la danza, la música…y quizás en el afecto hacia otras mujeres. Tradicionalmente, esta parece ser la inclinación natural que se atribuye a la poetisa de Mitilene, y aunque, según se deduce de sus poemas, se trataba de un gusto preferente aunque no exclusivo, para nosotros resulta inevitable identificar la pasión amorosa entre mujeres y la figura de Safo. Hablamos de lesbianismo cuando nos referimos a mujeres que desean y aman a otras mujeres y Sáfico es el nombre con que reconocemos poéticamente al amor homosexual femenino.

Para nuestra pequeña antología, hemos recurrido a la fuente canónica de la poesía de Safo: Eva Maria Voigt (1921-2013). Eva María Voigt, fue profesora de Filología en la Universidad de Hamburgo, filóloga especialista en griego clásico, traductora y lexicógrafa pero pasó a la historia de la literatura como la traductora y editora de la obra de Safo. Los textos están escogidos del libro de Máximo Brioso Sánchez “Antología de la Poesía Erótica de la Grecia Antigua”. Ediciones El Carro de la Nieve, Sevilla 1991.


Si deseamos tener una visión completa de la obra de Safo, el libro de referencia es el de Carlos Montemayor editado por la Editorial Trillas (Col. La linterna mágica), México 1986.


FRAGMENTO 2 VOIGT 
INVOCACIÓN A AFRODITA  (extracto)

…A mí aquí desde Creta a este sagrado
Templo, donde tu lindo bosquecillo
De manzanos y los altares que humean aromados de incienso.
En él el agua fresca murmura por entre las ramas
De los manzanos, las rosas de todo el paraje
Dan sombra y de las  hojas temblorosas el sueño desciende.
En él una pradera donde pastan los caballos está engalanada
De flores primaverales y las brisas
Portan soplos de miel…
Aquí tú ya…, Cipris
En copas doradas delicadamente
Esencia néctar  mezclado con fiestas.


FRAGMENTO 31 VOIGT
PATOLOGÍA DEL AMOR Y LOS CELOS (extracto)

Me parece que es igual a los dioses
Aquel hombre que sentado frente a ti
Está y de muy cerca te escucha mientras con dulzura le hablas
Y seductoramente ríes, lo que, puedo jurarlo,
Me ha sobresaltado el corazón en el pecho.
Pues cuanto un instante te miro, no puedo ya pronunciar una palabra,
Sino que mi lengua se quiebra en silencio y un fuego
Sutil por debajo de la piel al punto me corre,
Con mis ojos nada veo y me zumban los oídos,
Un helado sudor se apodera de mí, un temblor
Por entero me coge, más pálida estoy
Que la hierba y el aire casi tengo de estar muerta.
Pero a todo hay que hacerse, ya que …


FRAGMENTO 102 VOIGT

Dulce madre, no puedo tejer en el telar de abatida que estoy
Por el amor de un muchacho por obra
De la tierna Afrodita


FRAGMENTO 130 VOIGT

Amor que afloja los miembros otra vez me perturba
Dulceamarga criatura, invencible.


FRAGMENTO 168 B VOIGT

Se han puesto la Luna
y las Pléyades
y mediada está la noche,
 pasa la hora

y yo duermo sola.