miércoles, 19 de septiembre de 2018

K de KAMASUTRA

Enrique López Gosálbez (Sexólogo)

Desde la antigüedad más remota, el ser humano ha gustado de la ilimitada variedad de los usos eróticos. ¿Qué podíamos esperar de un animal curioso y explorador?. Y es que en todos los terrenos de la actividad humana, incluso sobre los más estimulantes, planea el inexorable fantasma del fatal aburrimiento.

Con qué gran facilidad nos sentimos saciados por lo habitual y cotidiano. El aburrimiento es la antesala de la infelicidad, y cuando al primate que llevamos dentro le invade el tedio, somos capaces de pintar la capilla sixtina o descubrir el principio de los vasos comunicantes, pero también  podemos invadir Polonia o desarrollar la manera más eficaz de matarnos los unos a los otros. Así que lo miremos por donde lo miremos siempre resultará mucho más reconfortante física y espiritualmente el uso de nuestro ingenio para idear la manera de conseguir inverosímiles alardes gimnásticos y amenos divertimentos antes, durante, después o en lugar de la cópula.

 De esta manera no existe cultura antigua o moderna que se precie, que no posea un manual de usos sexuales creativos, un catálogo ilustrado de las más variopintas recetas amatorias. Los hindúes poseen el famoso Kama Sutra atribuido al sabio Vatsyayana, o el Ananga Ranga  de Kaliana Maya. Los árabes disfrutan de sus “Fuentes del Placer” de Haroun Al-Makhzoumí y nosotros del “I Modi”, o del Taccuinum Sanitatis (el Taccuino) de Tommaso da Modena y muchos otros. Todos ellos dentro de la tradición de las Ars Eróticas o  Artes del sexo y el placer. El amor carnal como arte poético, casi mágico, el placer como proceso de iniciación. Lástima que hoy en día  el utilitarismo científico haya transformado estas Artes Eróticas en aséptica Ciencia Sexual (*), ámbito de expertos sanitarios y teóricos del coito higiénico y eficaz.

(*) Ver en  Michel Foucault. “Historia de la Sexualidad 1. La voluntad de saber. Ed. Siglo XXI de España.  Madrid 1984 (10ª ed.)



PERDICES CON UVAS (*)



La receta de este mes pertenece a la serie “cocina de abuelas para niet@s aplicad@s” y como tal requiere cierta paciencia para pelar y despepitar las uvas, dotes artísticas para salsear con esmero y algo de técnica bondage para embridar las perdices sin que parezca que las hemos sometido a tortura china. Con seguridad que atesoráis estas cualidades sin par y muchas otras que no vienen al caso, así que daremos por hecho que no tenemos la necesidad de colgar tutoriales para rematar cada paso de la receta.

Como la gran mayoría de los guisos con aves de caza, los orígenes de las perdices con uvas son remotos pero ya tenemos referencias de su cocinado en el siglo de Oro pudiendo bien tratarse de una receta mozárabe popular en Castilla y la Mancha. 


Cocina de abuelas como habíamos anunciado. Como todas las aves de caza, el mayor nivel de sabrosura se alcanza cuando verdaderamente son aves silvestres que han sido cazadas “como dios manda” y han pasado un breve período de empochecimiento. Si esto fuera posible, tendríamos la receta redonda tal y como se la zampaba el condeduque de Olivares, pero en nuestros días podemos comprar unas perdicitas de corral en cualquier mercado bueno sin que esto suponga un gran menoscabo para el resultado esperado: chuparnos los dedos y mojar un kilo de pan. Bueno, vamos allá. Pongámonos los delantales y manos a la obra.

(*) La receta que reseñamos está tomada y adaptada de Mª Jesús Gil de Antuñano “El Libro de las técnicas de cocina” de la Editorial Aguilar/ ElPais  (1997)


Ingredientes (para 4 personas)

-          2 perdices
-          3 cebollas
-          ½ kilo de uvas (al gusto: Aledo más acidas, Moscatel más dulces, etc.)
-          AOVE (8 cucharadas)
-          Vino blanco (150-200 cl)
-          Nata líquida (8 cucharadas)
-          Sal
-          Pimienta
-          Zumo de limón

Manera de hacerse

-          Pelamos las uvas y las despepitamos. Para que no se oxiden y cojan color oscuro, las reservamos a remojo con agua y zumo de limón.

-          Limpiamos las perdices al gusto, las chamuscamos para eliminar los cañones que hayan podido quedar adheridos a la piel, las lavamos y las secamos con mimo. Las salpimentamos por dentro y por fuera y las embridamos para que queden chulas y remondonas.

-          Calentamos el aceite en una cazuela y doramos las perdices. Pelamos y cortamos las cebollas en juliana no demasiado fina y las metemos en la cazuela con la mitad de las uvas. Rehogamos hasta que este doradita la cebolla y añadimos el vino blanco.

-          Dejamos cocer hasta que nos guste el punto de las perdices (jugositas y no secas). Las sacamos de la cazuela, las desembridamos y las cortamos por la mitad. Las reservamos  aparte de la salsa.

-          Reducimos la salsa a fuego vivo y la pasamos por la trituradora y por el chino para que quede finita y uniforme.

-          En la salsita cocemos el resto de las uvas y le añadimos la nata líquida al gusto (no la empalaguéis demasiado, queremos una salsa sabrosa y ligeramente untuosa, no un engrudo para pegar carteles).

-          Devolvemos las perdices a la cazuela con la salsa y las uvas y le damos un hervorcito final para que recuperen temperatura.

-          Emplatamos según dios nos dé a entender. Tradicional (al montón) o pijotero (distribuido y minimal).

BON APETIT.





MELODY GARDOT: EL PODER CURATIVO DE LA MÚSICA



Cuenta la leyenda que con 19 años Melody Gardot fue atropellada brutalmente por un coche cuando iba en bici. El accidente resultó terriblemente traumático y desencadenó una angustiosa incertidumbre sobre su recuperación y el temor ante posibles secuelas neurológicas, la invalidez e incluso la muerte. Sin embargo, un milagro inesperado  consiguió que la debilidad de Melody y lo crítico de su situación dieran paso a la esperanza: el milagro de la música. El rhythm´n´blues siempre tuvo esa virtud curativa. Dicen los neurólogos que la música posee cualidades no verbales, creativas, estructurales y emocionales que facilitan el contacto, la interacción, la conciencia de sí, el aprendizaje, la expresión, el desarrollo. Todos estos son elementos sustanciales para garantizar la recuperación de una paciente con traumatismo craneoencefálico como Melody. Y Melody acabó curándose. Desde entonces (2004), nos ha venido deleitando con su música dulce y armoniosa, áspera y triste, jazz, bossa, blues, rock, music hall, chanson.  Aunque su primer álbum oficial fue Worrisome Heart (2008), os recomiendo escuchar el disco conocido como “Some Lessons. Bedroom Sessions (2005)” porque destila autenticidad y dolor. Os invito a leer la letra del tema que da nombre a este disco intimista y veraz.





Luego vendrían “My One and Only Thrill (2009)”, “The Absence (2012)”, “Currency of Man (2015)” y “Live in Europe (2017)”. Con su voz llena de matices, de calidez arenosa, de vida plena, Melody Gardot imparte una lección imperecedera: si con la música fui capaz de recuperar mi espíritu y mi cuerpo, qué no conseguiré transmitir a todos aquellos que me escuchen con todos sus sentidos abiertos. Hay canciones que nos recuerdan un amor que no está y nos producen nostalgia. Otras nos transportan a un estado de plenitud máxima y alegría. Algunas nos invitan a bailar y a movernos a su ritmo, y luego están aquellas que nos sanan o  nos reconcilian con la vida. Todas ellas están encerradas en la voz y en el alma de Melody Gardot.


Worrisome Heart (2008)


Baby I´m a Fool (2009)



BAEZA & RUFETE



        
           Vaya por delante en este artículo que no soy dada a la crítica gastronómica, fundamentalmente por una cuestión de gustos: lo que a mí me transporta al séptimo cielo de los sabores a vosotros puede pareceros la guarrería más grande del mundo, y viceversa. También me horroriza lo de sacarle fotitos a las cosas que como (tampoco  se las saco a lo que… en fin, ya me entendéis). La comida es arte efímero y como tal debe ser etérea, esfumarse, pasar del plato a la boca dejando su impresión sublime e indeleble sólo en las papilas gustativas, no en la retina, que puede ser cosa engañosa. Así que no suelo expresar públicamente mi opinión sobre lo que me gusta o me disgusta en materia de restaurantes (además, que un mal día lo tiene cualquiera, hasta Ferrán Adriá, seguro).

             Pero hoy voy a hacer una excepción y a recomendaros uno que adoro por motivos más allá de los estrictamente culinarios. Se trata del “Baeza&Rufete” y está en la playa de San Juan. Es de lo mejorcito que puede encontrarse en Alicante y desde luego se merecería una estrella Michelín por la originalidad, la textura y el sabor de sus platos, y por el buen hacer de su personal capitaneado por el chef Joaquín Baeza Rufete que siempre recibe a sus clientes como si de amigos íntimos se tratara haciéndoles sentir tan a gusto como en el salón de sus propias casas. Si no tiene ya la dichosa estrellita debe de ser porque sus instalaciones se limitan a un recinto muy pequeño y a una terraza no demasiado grande cubierta por una simple carpa. Tal y como reconocen los propios inspectores de la Guía Michelín en sus reseñas de 2016 es “algo sencillo en sus instalaciones, pues básicamente es una terraza cerrada, pero con un nivel gastronómico sensacional. Cocina alicantina actualizada en técnica y producto”. De hecho, Joaquín fue elegido Mejor Cocinero del Año, 2014, en el Salón Alimentaria de Barcelona.



              Creo que he mencionado que mi simpatía por este lugar nace de razones que trascienden las puramente alimenticias. Me explicaré. Mi marido Enrique, que es una persona maravillosa es al mismo tiempo un ser repleto de achaques y problemas físicos de toda la vida, no necesariamente mortales pero sí muy preocupantes y dolorosos. Por esta razón, ha pasado en innumerables ocasiones por el quirófano y sufrido intervenciones de gravedad variable. La primera vez que fue intervenido, ya hace muchos años, tuvimos la ocurrencia, el mismo día en que debía ingresar en el hospital, de homenajearnos con una comilona en el mejor restaurante que pudimos permitirnos. En esta ocasión elegimos el “Valencia 11”. Ninguno de los dos se lo dijo al otro, pero lo hicimos por si acaso era la última. Y mantuvimos esta costumbre en el tiempo. Justamente hace ahora dos años, concretamente en junio de 2016, el restaurante escogido fue el “Baeza&Rufete”, que ya conocíamos de sobra pero al que quisimos volver para “celebrar” el dudoso evento de su enésima intervención de espalda. Naturalmente no nos defraudó ni entonces ni en ninguna de las incontables veces en las que hemos estado. A este magnífico ágape de “despedida” le siguió la operación y un mes infernal de complicaciones hospitalarias sin cuento hasta que por fin salimos del trance. Y para olvidar la pesadilla, volvimos a las exquisiteces de Joaquín, mi pobre marido con muletas y yo con la moral un tanto maltrecha. Pero al fin y al cabo, pudimos volver. De ahí mi cariño por este establecimiento al que sin duda considero uno de los mejores restaurantes de Alicante y alrededores.

               Podía contaros que su bodega es más que correcta, o que su huevo negro, su vejiga de atún con cocochas o su mújol ahumado con caldo de sus espinas, están para morirse de ricos. Pero eso ya os lo narrará a fondo un crítico gastronómico como dios manda, o el TripAdvisor, no yo.











SAFO DE MITILENE




Poco o casi nada sabemos de la poeta Safo de Mitilene (Lesbos, 610 adc. aprox.). Admirada por sus contemporáneos, cantó al amor, la belleza y la sensualidad con voz nueva y fue considerada no solo una de los más grandes poetas líricos de la antigüedad sino la décima musa por el mismísimo Platón. Su vida está velada por un manto de misterio y los escasos datos que tenemos sobre ella provienen de la interpretación de los fragmentos de sus obras que han llegado hasta nosotros y de los comentarios de otros poetas y filósofos. Sabemos que fundó en su Lesbos natal  la “Casa de las Musas”, una especie de Academia en la que las muchachas vírgenes se iniciaban en las artes, la pintura, la poesía, la danza, la música…y quizás en el afecto hacia otras mujeres. Tradicionalmente, esta parece ser la inclinación natural que se atribuye a la poetisa de Mitilene, y aunque, según se deduce de sus poemas, se trataba de un gusto preferente aunque no exclusivo, para nosotros resulta inevitable identificar la pasión amorosa entre mujeres y la figura de Safo. Hablamos de lesbianismo cuando nos referimos a mujeres que desean y aman a otras mujeres y Sáfico es el nombre con que reconocemos poéticamente al amor homosexual femenino.

Para nuestra pequeña antología, hemos recurrido a la fuente canónica de la poesía de Safo: Eva Maria Voigt (1921-2013). Eva María Voigt, fue profesora de Filología en la Universidad de Hamburgo, filóloga especialista en griego clásico, traductora y lexicógrafa pero pasó a la historia de la literatura como la traductora y editora de la obra de Safo. Los textos están escogidos del libro de Máximo Brioso Sánchez “Antología de la Poesía Erótica de la Grecia Antigua”. Ediciones El Carro de la Nieve, Sevilla 1991.


Si deseamos tener una visión completa de la obra de Safo, el libro de referencia es el de Carlos Montemayor editado por la Editorial Trillas (Col. La linterna mágica), México 1986.


FRAGMENTO 2 VOIGT 
INVOCACIÓN A AFRODITA  (extracto)

…A mí aquí desde Creta a este sagrado
Templo, donde tu lindo bosquecillo
De manzanos y los altares que humean aromados de incienso.
En él el agua fresca murmura por entre las ramas
De los manzanos, las rosas de todo el paraje
Dan sombra y de las  hojas temblorosas el sueño desciende.
En él una pradera donde pastan los caballos está engalanada
De flores primaverales y las brisas
Portan soplos de miel…
Aquí tú ya…, Cipris
En copas doradas delicadamente
Esencia néctar  mezclado con fiestas.


FRAGMENTO 31 VOIGT
PATOLOGÍA DEL AMOR Y LOS CELOS (extracto)

Me parece que es igual a los dioses
Aquel hombre que sentado frente a ti
Está y de muy cerca te escucha mientras con dulzura le hablas
Y seductoramente ríes, lo que, puedo jurarlo,
Me ha sobresaltado el corazón en el pecho.
Pues cuanto un instante te miro, no puedo ya pronunciar una palabra,
Sino que mi lengua se quiebra en silencio y un fuego
Sutil por debajo de la piel al punto me corre,
Con mis ojos nada veo y me zumban los oídos,
Un helado sudor se apodera de mí, un temblor
Por entero me coge, más pálida estoy
Que la hierba y el aire casi tengo de estar muerta.
Pero a todo hay que hacerse, ya que …


FRAGMENTO 102 VOIGT

Dulce madre, no puedo tejer en el telar de abatida que estoy
Por el amor de un muchacho por obra
De la tierna Afrodita


FRAGMENTO 130 VOIGT

Amor que afloja los miembros otra vez me perturba
Dulceamarga criatura, invencible.


FRAGMENTO 168 B VOIGT

Se han puesto la Luna
y las Pléyades
y mediada está la noche,
 pasa la hora

y yo duermo sola.



martes, 31 de julio de 2018

SER ARROCERO/A EN ALICANTE


Ser arrocero/a en Alicante es una especie de blasón que exhibimos sin impudicia los/as naturales o naturalizados (que de todo habemos) y que nos adorna dotándonos de una especie de aura inmarcesible  que nos eleva a un Parnaso no de laureados poetas y exquisitas poetisas, sino de cocinillas que atesoramos el más alto galardón posible: hacer el arroz o más bien los arroces como los hacían nuestras abuelas (nuestras madres quedan fuera del ránquin por motivos edípico-sentimentales). Y no es una cuestión de género como presumen nuestros queridos y odiados vecinos de Valencia cuando se ponen pesadísimos con su sobrevalorada paella de judías y garrofón: cosa de machirulos domingueros. Nuestros arroces son ciencia y arte a un tiempo y provienen de una suerte de recetario tradicional arcano que se transmite como una verdad revelada a través de un proceso iniciático en el que el maestro/a conocedor del secreto guía a su discípulo/a en los arcanos del Ars Arrocera. Una vez alcanzada dicha sabiduría, el iniciado o la iniciada, pueden disfrutar de sus beneficios: transcendencia física y espiritual, integración con el Principio Superior, Éxtasis, o como coño queramos denominar a esta experiencia nirvánica.
Tres anécdotas ilustrativas. Primera. Hace años conocí a unas chicas brasileñas que habían sucumbido a las delicias de un arroz del senyoret y que porfiaban por conseguir la iluminación instantánea: pobres infelices.  Tuvieron el atrevimiento de pedirme que les escribiera en un  papelucho infecto ¡ la receta del arroz a banda!. Me quedé perplejo ante tamaño atrevimiento, no por incapacidad comunicativa, malicia o secretismo. Cualquiera de vosotros/as si sois arroceros/as sabéis de qué estoy hablando. Cuánto arroz, “vasito de cortado menos un dedo por persona más uno para la paella”, ¿cómo ostias le explicas esto a una brasileña?, y ¿cuánto caldo?, pues según, ya vas viendo, depende de lo espeso…de qué es el caldo ¿de morena? (más graso), de esparrallón, rata, gallina…de cintas o rape…¿cómo ostias se le explica esto a nadie? Y luego los que te dicen: el caldo hay que echarlo todo desde el principio!!! Y una mierda!!!, se lo añades según vas viendo que funciona el arroz: empirismo, arte, ensayo y error, delicado proceso empático. Borbotea al hervir o ya comienza a crujir o más bien chisporrotea… ¿queréis socarraet o no?. Y para qué voy a seguir. A partir de ese momento me despreciaron y dejaron de hablarme por imbécil.  Segunda anécdota. Mi mujer (incomparable cocinera) me decía:” no entiendo por qué te sale el arroz tan distinto a mí. Yo le pongo al caldo el mejor pescado de fondo y siempre me queda soso, sin color y justito de sabor. Y entonces le revelé el gran secreto, ese que nunca contamos a nadie, ese que deberíamos guardar como oro en paño: le expliqué lo que era LA SALMORRETA. Hoy en día sus fondos son excelsos. Aunque no consigo que aplique el gran secreto dentro del gran secreto: cuando comienza a hervir el fondo coje una sardina y sumérjela durante unos segundos en la olla. Así me lo revelaron a mí y así lo revelo yo aunque una noche de estas un asesino ninja de la secta arrocera me clave un puñal por bocazas  mientras duermo. Tercera y definitiva. Hace más de veinte años, junto a uno de mis maestros arroceros, tuve el placer de conocer a una pareja de japoneses (he and she) que, tras sucumbir a una arroz de pellets i coliflor, se empeñaron en que les explicáramos cómo habíamos perpretado aquella delicia. Con gran sabiduría, mi maestro les exigió que a cambio ellos debían enseñarnos cómo  confeccionar un sushi-sashimi-maki en condiciones. Una mañana vinieron a casa y les mostramos paso a paso todos los detalles minuciosamente. Tomaron nota en una libreta con sus ideogramas en jira-wana y se empujaron un arrocito de morena para dar gritos y vítores al dios Asclepio. Al día siguiente cumplieron religiosamente con su palabra (como buenos nipones). Desde entonces, la japo-food forma parte de mi acervo culinario internacional.
 Y para qué seguir, hermanos y hermanas, sea de conejo y caracoles, de magro y verduritas, del senyoret, en caldero, a banda, de pulpo y espinacas, de cigalitas, de bogavante o langosta, gambitas, sepieta, atún, bacalao y coliflor sequito o caldoset, etc, etc., etc,  ¡QUE LE DEN POR CULO A LA PAELLA!.

ENRIQUE











domingo, 29 de julio de 2018

SARDE A BECCAFICO DE ADELINA

     
       Cuando leo una novela de Camilleri, siempre hay un momento en el que el tiempo se detiene y la trama, el misterio, la pesquisa, se quedan como flotando en el limbo de los detectives. Es ese supremo momento en el que Salvo Montalbano hace un alto en el camino y se planta en la trattoria  de Enzo para devorar una pasta alla Norma o unos antipasti di mare en Da Cologero. Pero donde la gula se transforma en arte y los aromas, las texturas, los colores de los ingredientes consiguen el raro milagro de que salivemos imaginando la cocina casera siciliana, es cuando en las profundidades del horno o en las soledades del frigorífico reposa alguna delicia insospechada preparada con mimo maternal por Adelina, su fiel camariera. Y aunque mataría por empujarme unos arancini y caer en el mismo éxtasis gastronómico al que sucumbe el comisario Montalbano, hay una de las recetas maravillosas con que Adelina nos fascina a lo largo de la serie que me ronda y me persigue haciendo que las tripas me gruñan como un animalito herido y la boca se me llene de agüilla hasta el atragantamiento fatal: le sarde a beccafico.



Aquí consigno para satisfacción general esta sublime receta del gran clásico siciliano. Aúna la alquimia de la elaboración trabajosa y precisa con la sabiduría ancestral de las abuelas que pasan su vida mirando al mar. Es al mismo tiempo sencilla, humilde y natural pero compleja de sabores y aromas ribereños de tres mares llenos de historia. Eccola qui


Ingredientes para 4-6 personas (aproximadamente)

1 Kg de sardinas grandecitas
Aceite de oliva
4 anchoas fileteadas
25 g. de pasas de corinto sin pipas
50 g.de piñones
Perejil picado,
1 cebolla picada,
Laurel (según el número de sardinas)
Una pizca de azúcar
1 cucharadita de miel
½ vaso de zumo de naranja
Corteza de limón rallada
Pan rallado.
Sal y pimienta


Cómo se hace

1. Limpiamos las sardinas, las desescamamos, les quitamos la cabeza, las tripas y la espina central. Les dejamos la cola. Las lavamos, secamos  y las abrimos en filet.


2. Para preparar el relleno se colocan las pasitas en agua tibia (o brandy) unos minutos antes de usarlas y las reservamos. Rallamos el pan duro y lo freímos con una cucharada de aceite de oliva hasta que quede doradito (tened cuidado de que no se queme). Haced dos partes de pan rallado, una para el relleno y otra para espolvorear las sardinas al final de la elaboración.

Después mezclamos todos los ingredientes. El pan fritito, las pasas, los piñones, el perejil picado, las anchoas picadas, el azúcar, la sal y la pimienta. También reservamos un poco del relleno para el final.


3. Aceitamos la bandeja del horno y vamos rellenando las sardinas con la mezcla. Después las vamos enrollando comenzando desde la cabeza y dejamos la cola hacia arriba. Luego las vamos colocando en la bandeja bien pegaditas unas a otras para que no se abran y colocamos media hoja de laurel entre cada una de ellas (hay quien las afianza con un palillo).



4. Antes de meter la bandeja en el horno, las espolvoreamos  con un poco del relleno, la ralladura de pan fritito mezclado con la ralladura de corteza de limón y les echamos por encima el jugo de la naranja y por último la cucharadita de miel.
Metemos la bandeja  en el horno  durante unos 20-30 minutos a 180-200 grados centígrados según el tamaño de las sardinas. Os aconsejo que les vayáis echando un ojo cuando lleven 15 minutos. Las sacáis, las dejáis reposar unos minutillos y podéis transportaros a otra dimensión.



AZAM ALI: LA RELIGION DE LA BELLEZA


      Estoy con los que afirman que Azam Ali es un obsequio de Dios. Azam Ali, nacida en Irán en 1970 y radicada en los USA desde los quince años, es una  cantante hechizadora  y una virtuosa del santour (una especie de salterio) que estudió con el maestro Manoocher  Sadeghi. Ha participado en distintas formaciones (VAS, NIYAZ, VGM, Roseland), ha colaborado con grandes músicos como Gregg Ellis, Shahrokh Yadegari o Serj Tankian y nos ha regalado una colección de joyas personales que no pueden faltar en nuestra discoteca. 

      La primera vez que escuche su mágica voz me quedé conmocionado; un sentimiento de belleza y paz absoluta me invadió y no pude hacer otra cosa que sumergirme lentamente en un remanso de espiritualidad. No suelo ser dado a estos transportes psicodélicos, al menos desde los tiempos de Pink Floyd o de Ash Ra Temple. El chillout exótico y los Echoes of the Nature me relajan pero no llego a flipar con ellos: son adecuados compañeros de lectura o de siesta según me pille el cuerpo. Pero cuando escuché a Azam Alí me lancé como un poseso sobre una aplicación que tenía en el móvil (y que he descartado porque se me comía la memoria) y allí estaba: “Golzar” de NIYAZ. Y por encima de aquella música cautivadora, la voz de Azam Ali.

      Hasta que no me hice con aquel disco no paré y luego vinieron muchos otros: Azam Ali con VAS: Offerings (1998) o In the Garden of Souls (2000), Golzar (2005) con NIYAZ, y después su carrera en solitario desde Portals of Grace (2002) hasta el exquisito Lamentations of Swans (2013). Pero ya está bien de rollos,  espero convertiros a la religión de la belleza que nos brinda el alma pura de Azam Ali con estas tres muestras de su arte. En primer lugar os invito a escuchar Parishaan para abrir boca

.

Seguimos con una muestra genial del show inmersivo multimedia de NIYAZ


Y para rematar felizmente The Triumph of love



CHARLES BAUDELAIRE. BREVE NOTICIA SOBRE LAS FLORES DEL MAL


            

Charles Baudelaire publicó inicialmente Las Flores del Mal en junio de 1857 componiendo un total de cien poemas precedidos de una dedicatoria a Théophile Gautier y un poema al lector. En esta edición el libro estaba compuesto por cinco secciones: Spleen e Ideal, El Vino, Las Flores del Mal, La Revuelta y La Muerte. Ni que decir tiene que la crítica recibió la obra con un rechazo casi unánime y en julio se inició una violenta campaña contra Baudelaire desde la prensa burguesa. En agosto y apenas tres meses después de su publicación, el poeta sería inculpado ante los tribunales por “ofensa a la moral pública…la moral religiosa y las buenas costumbres.”  Fue condenado a una multa y a la supresión de seis poemas.

         En 1861 aparecería una segunda edición con treinta y cinco poemas inéditos y una nueva sección: Cuadros Parisienses. Esta incorporación no debe ser entendida como una sucesión de poemas sueltos e inconexos, sino una extensión natural de la obra dispuesta por el autor siguiendo un itinerario bien preciso. En una carta dirigida a Alfred de Vigny, Baudelaire nos dirá: »(…)le  seul éloge que je sollicite pour ce livre es qu´on reconaisse qu´il n´est pas un pur album et qu´il a un commencement et une fin. »  (*).  

         La edición póstuma de 1868, tras su temprana muerte, es considerada tradicionalmente como la edición definitiva. Las versiones modernas (**) han ido añadiendo nuevas secciones y poemarios conocidos como Los Suplementos a las Flores del Mal, y los Despojos (poemas prohibidos y censurados). En esta selección que tengo el placer de presentaros, he escogido tres poemas pertenecientes a las secciones Spleen e Ideal, Las Flores del Mal y La Muerte. Como propina, un cuarto perteneciente a los llamados Suplementos: “El Epígrafe para un Libro Condenado”, y unos fragmentos de un quinto de los Despojos : “Lesbos”.



(*)” el único elogio que solicito pare este libro es que se reconozca que no es una mera colección y que posee un comienzo y un final”.
(**) Para esta entrada he utilizado la edición de la editorial EDAF (Madrid, 1973) traducida y prologada por el poeta ÁngelLázaro Machado.



                                               EL ALBATROS
         suelen, por divertirse, los mozos marineros
                            cazar albatros, grandes pájaros de los mares
                            que siguen lentamente, indolentes viajeros,
                            al barco, que navega sobre abismos y azares.

                            Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
                            príncipes del azul, torpes y avergonzados,
                            el ala grande y blanca aflojan como muerta
                            y la dejan, cual remos, caer a sus costados.

                            ¡Qué débil y qué inútil ahora el viajero alado!
                            Él, antes tan hermoso, ¡que grotesco en el suelo!
                            Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
                            otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.

                            El poeta es igual…Allá arriba, en la altura,
                            ¡qué importan las flechas, rayos, tempestad desatada!
                            Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
                            ¡sus alas de gigante no le sirven de nada!
                                                       
                   (De Spleen e Ideal)


         La lujuria y la muerte son dos buenas chiquillas;
                            pródigas en sus besos, vigor inusitado,
                            el flanco siempre virgen, mostrando las rodillas,
                            en su eterno ejercicio jamás han fecundado.

                            Al poeta siniestro, terror de los hogares,
                            favorito del diablo, cortesano sin más,
                            le ofrecen una cama tumbas y lupanares
                            donde el remordimiento no ha dormido jamás.

                            Y el féretro y la alcoba, blasfemias soberanas,
                            ofrecen alternando como buenas hermanas,
                            los terribles placeres, el deleite al revés.

                            Lujuria inmunda, ¿cuándo lograrás enterrarme?
                            Muerte, ¿cuándo vendrás, su rival, a besarme,
                            sobre tus mirtos fúnebres, bajo un negro ciprés?

      (De Las Flores del Mal)




                                  LA MUERTE DE LOS AMANTES

                   Tendremos un lecho de suaves olores,
                            divanes profundos como sepulturas,
                            y en tallos y búcaros nos darán las flores
                            aromas extraños bajo albas más puras.

                            Nuestros corazones, amando a porfía,
                            darán de su antorcha la llama postrera;
                            dos llamas gemelas son tu alma y la mía,
                            espejos que miran la eterna ribera.

                            Relámpago único, centella preciosa,
                            una tarde mística, de azul y de rosa,
                            el adiós seremos, el llanto, el sollozo.

                            Y después, un ángel, abriendo las puertas,
                            los espejos turbios y las aguas muertas,
                            resucitará temblando de gozo.

                   (De La Muerte)



                                            EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO
                            Lector apacible y bucólico,
                            hombre de bien, ingenuo y sano,
                            tira este libro saturniano,
                            que es orgiástico y melancólico.

                            Si tú retórica no aprendiste
                            con Satán, astuto decano,
                            ¡tíralo! Me leerás en vano,
                            o pensarás que a un loco leíste.

                            Pero si sabes bucear
                            en los abismos sin temblar,
                            léeme, y has de amarme, amigo;

                            alma elegida que, penando,
                            tu paraíso vas buscando,
                            ¡compadéceme…, o te maldigo!




                                                               LESBOS (fragmento)
          Madre de los latinos y los griegos deleites,
                            Lesbos, donde los besos, lánguidos, perezosos,
                            cálidos como soles, untuosos como aceites,
                            son ornato de noches y de días gloriosos;
                            madre de los latinos y los griegos deleites.

                            Lesbos, donde los besos son como esas cascadas
                            que se lanzan sin miedo al abismo imponente,
                            y luego sollozantes corren encadenadas,
                            tormentosas, secretas, en remolino hirviente,
                            ¡Lesbos, donde los besos son como las cascadas!

                            Lesbos, donde Friné a otra Friné reclama,
                            donde jamás se queda sin un eco el suspiro,
                            como la igual de Pafos el azul te proclama,
                            y celosa de Safo la propia Venus miro.
                            Lesbos, donde Friné a otra Friné reclama.

                            Lesbos, tierra de noches ardientes, amorosas
                            que hacen, ante el espejo, con voluptuosidad,
                            que las adolescentes acaricien mimosas
                            los frutos ya maduros de su nubilidad.
                            Lesbos, tierra de noches ardientes, amorosas.
                   (…)